Permanentemente aparecen innovaciones que buscan aprovechar mejor los recursos productivos asociando actividades. Una opción que se ha venido desarrollando en el último par de décadas es complementar el cultivo hidropónico con la cría de peces en forma intensiva en estanques, siendo el agua el punto de conexión entre estas producciones. El agua pasa en circuito cerrado de los estanques al sistema hidropónico, para volver reciclada a la cría de peces.
Los principios que fundamentan la asociación son:
1.- el agua que pasa de los peces al cultivo vegetal tiene excrementos y restos de alimentos que sirven para nutrir a las plantas. Se podría esperar que el agua saliera con un tenor de nutrientes cercano al que poseen algunas soluciones nutritivas utilizadas en hidroponia.
2.-luego, el agua que vuelve a los estanques piscícolas ha sido depurada, especialmente del amoniaco excretado por los peces. El agua vuelve a una composición química aceptable para los peces mediante una depuración biológica, dado el aprovechamiento que hacen las plantas de los nutrientes disueltos.
Este es el principio teórico que anuncia, de alguna manera, una mejor rentabilidad. Pero ¿dónde están las pruebas que avalen la integración?
La experiencia consistió en asociar tres cultivares de lechuga en hidroponia con la cría intensiva de peces Brycon cephalus (nombre vulgar en portugués: matrinxã). Entre los estanques de peces y el sistema hidropónico se instaló un reservorio para disminuir la velocidad del agua y decantar los residuos de mayor tamaño no disueltos en el agua, por lo que no son asimilables por las plantas. Luego en otro reservorio lleno con arcilla extruída se ubicaron las bacterias nitrificantes responsables de la conversión del amoníaco excretado por los peces en nitratos, lo cual es necesario para que las plantas aprovechen el nitrógeno. Hasta aquí se llega conduciendo el agua entre roca calcárea con el objetivo de neutralizar el pH. Finalmente el agua pasa a los conductos del sistema hidropónico, retornando a los estanques de cría de peces.
Se trabajó con los cultivares “Tainá” (lechuga tipo América), “Verónica” (rizada) y “Elisa” (lisa), produciendo las plantas en bandejas de poliestileno con vermicultita y a los 21 días se efectuó el transplante.
Se evaluaron el pH, la conductividad y las características químicas del agua y el estado nutricional del cultivo. Se compararon los valores de nutrientes encontrados en el agua antes de entrar en el sistema hidropónico con los recomendados en otros estudios.
Los resultados del análisis químico de las aguas residuales indican la presencia de la mayoría de los nutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas en las concentraciones cercanas a los valores de nutrientes encontrados en las soluciones utilizadas para el cultivo hidropónico de lechuga, salvo el potasio y el magnesio. La baja concentración de magnesio en el agua no impidió el desarrollo de la lechuga, pero las plantas mostraron síntomas visuales de deficiencia de este nutriente. No hubo diferencias entre cultivares en la productividad y el peso fresco de las plantas.
También hay coincidencia con lo que ya se ha encontrado en otros estudios: 1) que la composición de nutrientes del agua es una función de las características químicas iniciales del agua, de la especie y de la densidad de la población de peces y del tipo y cantidad de alimentos y 2) que el sistema de cría de peces es capaz de generar niveles adecuados de micronutrientes para el cultivo hidropónico de plantas.
Parecería que la cuestión viene favorable pero para seguir avanzando en el desarrollo de este sistema, los próximos estudios deberían centrarse en la forma de aplicar potasio y magnesio -sin afectar a los peces si se agregara al agua- y establecer una relación entre el número de plantas y la cantidad de peces para generar un equilibrio entre la producción de nutrientes y la producción del cultivo.