Subiendo la conductividad (2 de 2)


Decía en el post anterior que subir laconductividad eléctrica sin modificar el abonado equivale a “sobrealimentar” a la planta. Podéis ver en detalle lo que pasa en la primera tabla (si hacéis clic encima se verán mejor), que resume elcálculo de un abonado típico para tomate con un agua bastante dulce (0,5 dS/m) y como varía el abonado al subir la conductividad
El equilibrio de 
fertirrigación teórico–cuyas concentraciones serían consideradas óptimas en cualquier manual– nos da una conductividad de 2,14 dS/m. Pero si subimos la conductividad del abonado a 3 dS/m –la considerada óptima en muchas de las variedades de tomate– los nitratos se disparan a casi 18 mmol/l y el potasio a casi 11 mmol/l. Con ese nivel de nitrógeno es lógico que la planta no sienta estrés y se ponga cada vez más fuerte... Es como tratar de adelgazar comiendo sólo una vez al día, pero siempre en el MacDonnals.

El abonado de la tabla no es inventado. Con él se empezaron a abonar los tomates Kumato de un amigo nada más plantarse y, al abrir el primer ramo, iban fuertes como burros. Esta variedad, cuando se cultiva con aguas dulcesmuestra los problemas típicos del exceso de vigor (flores verdosas con poco polen que no gustan a los abejorros, entrenudos muy largos y pocos ramos hasta el alambre, ahuecado y casqueado de frutos...) No es extraño, pues junto con el tipo Marmande (el famoso RAF) estos tomates negros son las plantas más resistentes a las concentraciones salinas altas que conozco. De hecho, lo son tanto que es imposible obtener frutos de calidad con aguas dulces si no se toman medidas drásticas, tanto en el riego como en el abonado.
Como podéis ver en las fotos, al final conseguimos arreglarlo y obtener una producción de Kumato con calidad. Para conseguirlo (además de restringir mucho los riegos al principio del cultivo) subimos la conductividad del abonado; pero variando el equilibrio para, en vez de “sobrealimentar” a la planta con nitratos y potasio, convertir el agua dulce en un agua más salina (que son las buenas para cultivar estos tomates) Y para ello no hay más remedio que utilizar cloruro sódico, que no es otra cosa que la sal común de la ensalada. Como podéis ver en la segunda tabla, utilizando sal podemos regar a una conductividadeléctrica de 3 dS/m manteniendo niveles de nutrientes adecuados, mientras que los niveles de cloro y sodio se encargan de incrementar la conductividad eléctrica en el bulbo húmedo –y por tanto el potencial osmótico– lo suficiente para mantener el tomate a ralla. A partir del 5º ramo bajamos la cantidad de sal a la mitad, con lo que reducimos la conductividad final del abonado a 2,8 dS/m, pero manteniendo niveles muy similares de nitratos, potasio y calcio.

El resultado en el cultivo de Kumato está a la vista, pero podríamos pensar que el uso de sal en el abonado sería contraproducente para los próximos cultivos. La realidad es que la conductividad del suelo (considerado en su conjunto) apenas variará y que además la solarización de este verano lavará la mayor parte de los cloros y sodios, dejando la tierra perfecta para cultivar pepino el año que viene. Os aseguro que no es la primera vez que hago algo parecido y jamás he tenido problemas. Pero claro, estas cosas no pueden hacerse “a voleo”; hay que calcular el abonado y saber cuánta sal estamos metiendo.
El problema es que cuando propones a un agricultor añadir sal en el abonado para subir la conductividad, más de uno te toma por un "perito loco” ... Sin embargo es la única forma de subir la conductividad eléctrica del abonado sin descompensar los niveles de nutrientes. Y además, es la más barata. ¡Qué le vamos a hacer! la química es como es, y no admite trampas ni opiniones. Las reclamaciones a Lavoisier, un francés muy listo que inventó la química (practicamente él solito) en el siglo XVIII.


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